"Después de comer, duerme bien y no pienses en nada más." dijo Polo mientras acariciaba su cabello con voz profunda, "deja el resto en manos de tu esposo."

Lucía se sorprendió, "¿qué piensas hacer?"

Polo bromeó: "Ese Ánsar Ramírez se ha pasado de la raya, hizo que mi esposa se sintiera mal, ¡así que lo voy a enviar de vuelta a la zona austral!"

"No..."

Lucía apenas pudo decir esa palabra antes de detenerse abruptamente.

Polo la miró y sonrió suavemente.

Desde que era pequeña, Miguel ni siquiera podía considerarse una figura decorativa para ella, desde el fondo de su corazón, anhelaba el amor de un padre.

Pero es precisamente por ese deseo abrumador que, al obtenerlo de repente, lo resistiría y temería, y desenterraría todas las injusticias que había experimentado en los últimos veinte años.

Es por eso que se siente desequilibrada en su interior y siente que no es tan importante para Ánsar, después de todo, ¿cómo podría un padre abandonar a sus propios hijos?

Las lágrimas empezaron a br