Desde la habitación resonaban los gritos desgarradores de Laura, parecidos a los de un cerdo siendo sacrificado.

Jorge se aburría, así que aplaudió y sacó su billetera directamente del bolsillo de Miguel. Salió ostentosamente de la casa.

Si no podían cocinar en casa, ¡iría a comer fuera!

Después de que Jorge se fuera, Laura se quedó sentada en el suelo, aturdida, con una mirada de desesperación infinita en sus ojos.

Miguel se quejaba mientras luchaba para ponerse de pie desde el suelo. Cojeando, se dirigió hacia su estudio.

Palpó su bolsillo, afortunadamente, Jorge solo conocía el dinero y no se llevó su teléfono. Sin embargo, en su billetera había poca cantidad de dinero, mientras que en su teléfono se encontraban sus últimos ahorros.

En la sala de estar, Laura soltó un llanto lleno de dolor.

Miguel suspiró y marcó un número, pero nadie contestó después de un largo tiempo. Justo cuando estaba a punto de colgar, una voz fría y amenazante sonó al otro lado: "¿Presidente García?"

"Ja, no