Capítulo 40
Lucía tenía un dolor de vientre terrible y se tomó el día libre del trabajo.

Sin embargo, no pudo descansar en casa, ya que desde que se despertó por la mañana, olía un extraño aroma a hierbas médicas proveniente de la cocina.

Lucía se levantó de la cama a duras penas y fue a la puerta de la cocina para echar un vistazo. Jorge estaba ocupado adentro.

En la mesa había un desayuno que él preparó para ella: huevos fritos quemados, tostadas quemadas y un tazón de avena casi sin hojuelas.

Realmente era difícil para ese hombre entrar en la cocina ya que nunca lo había hecho antes.

Lucía sonrió amargamente mientras se apoyó en el marco de la puerta de la cocina y le dijo suavemente —Si no puedes hacerlo, permíteme hacerlo.

Jorge se sorprendió cuando se dio vuelta y la vio. —¿Te despiertas? ¿No te sentías bien? Tómate el desayuno y vuelve a acostarte. Voy a encargarme de todo esto.

—¿Qué estás haciendo tan ocupado?

—Oh...estoy preparando sopa para ti, —dijo Jorge, ocupado sirviendo la sopa en
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