Capítulo 336
Lucía se quedó helada.

No esperaba que Andrés le hiciera semejante petición.

Pero no sabía cómo responderle. Después de todo, para Carla ahora, este hombre era su mundo.

No quería avergonzar a Carla.

—Señor Serrano —Lucía hizo una pausa y sonrió levemente—. ¿No sé qué cuadros le gustan? Se los daré todos. Podrá llevárselos y disfrutarlos despacio, y no tendrá que hacer fotos por todas las casas de los demás, ¿verdad?

Los ojos de Andrés se nublaron.

Las comisuras de sus labios se curvaron suavemente, con una mirada ligeramente complicada mientras observaba a Lucía.

Sus palabras acababan de sonar amables y educadas, pero cualquiera con cerebro podría haber entendido lo que querían decir.

Andrés levantó los ojos y se encontró con los de Lucía.

Esta mujer no era tan débil como él pensaba. Sus grandes ojos eran firmes y majestuosos, y tenía el mismo tipo de aura que Polo.

Pensó un momento, guardó el teléfono y sonrió: —No hace falta, gracias señorita García... Estas pinturas deben ser todas
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