Capítulo 984
Siguiendo la dirección que Luella le había proporcionado, Ana se dirigió al lugar. El hombre había sido considerado; había escogido un restaurante no muy lejos de la empresa para no desperdiciar el tiempo de ninguno de los dos.

Al llegar, Luella le hizo señas y Ana, con una sonrisa forzada, se acercó.

Luella la miró de arriba a abajo.

—Señorita Ana, no pareces estar muy bien, ¿te sientes mal? Si ese es el caso, ¿quizá deberíamos reprogramar?

—Estoy bien, solo un poco agotada del trabajo.

Ana negó con la cabeza y se sentó frente a Luella.

Él le pidió una taza de té caliente. Después de expresar su agradecimiento, ambos entraron en materia. Luella pasó un contrato de indemnización a Ana, instándola a examinarlo detenidamente. Sin embargo, Ana apenas lo ojeó antes de firmarlo.

—¿No quieres leerlo con más detalle? ¿No temes que pueda estafarte?

Luella, viendo su prontitud, sonrió con sorna.

—No, confío en que no eres ese tipo de persona.

Ana negó con la cabeza.

Tenía una confianza inexpl
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