Capítulo 930
Una vez más, el tema de su novio surgió, y Silvia apretó fuertemente su mano bajo la manta. En ese momento, se arrepentía profundamente de haber inventado a tal persona, que ahora se había convertido en una herramienta de manipulación para Ana.

Viendo que Silvia no respondía, Ana se sentó al borde de la cama.

—Entonces descansa bien. Todos estamos aquí vigilando. Si te sientes mal, puedes llamarme.

Silvia se sentía tan irritada al ver a Ana que la última cosa que quería era que se quedara a cuidarla. Sin embargo, despedirla también le daría a la gente algo de qué hablar, así que solo pudo voltear su cabeza, cerrar los ojos y esforzarse por calmar la insatisfacción en su corazón.

Ana, viendo que ella quería dormir, se quedó sentada vigilándola. Observando la seriedad de Ana, Lucas se sintió emocionalmente abrumado y se acercó para tomar la mano de Ana.

—Ana, me sorprende que no te hayas enojado —La voz de Lucas, como la de un niño que había cometido un error, llevaba un matiz de súplica
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