Capítulo 784
Simplemente mirando, Ana pudo determinar que él era el chico que estaba buscando.

Ana se quedó mirando al niño que protegía en sus brazos, con una expresión aturdida y una complejidad inexplicable en su corazón.

A un lado, Lucas miraba con desdén al hombre que corría detrás de Jose y se retorcía de dolor en el suelo, pero aún no se rendía.

—¿Quién eres tú para atreverte a levantarme la mano? Parece que no quieres vivir... —dijo el hombre con su voz llena de rencor.

Lucas soltó una risa fría, sacó una pistola de su bolsillo y la apuntó al hombre intransigente frente a él.

—Si no quieres morir, lárgate ahora.

Este pequeño pueblo no tenía ninguna ley que controlara cosas como las armas de fuego, por lo que Lucas y Ana habían llevado sus pistolas consigo, para no quedarse indefensos en caso de problemas.

El hombre, al ver la expresión de Lucas, como si estuviera mirando a una hormiga, y la boca oscura del cañón apuntando hacia él, dejó de alardear y corrió, cubriendo su mano ya fracturada.
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