Capítulo 1137
Pasados unos diez minutos, el coche se detuvo.

Adelina siguió a Sebastián y encontraron la cabina donde estaba Lucas.

Al entrar, vieron que Ana también estaba allí, sentada al lado de Lucas, con una expresión indescifrable.

De repente, Adelina sintió un respingo.

—Ana...

Mientras llamaba su nombre, agarró su mano, queriendo explicar algo, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta.

Ana comprendió sus intenciones y miró a Lucas.

—¿Podríamos tener un momento a solas entre Adelina y yo?

Lucas dudó por un instante, pero finalmente asintió y se retiró con Sebastián.

Solo entonces Ana sacó una toallita y limpió las lágrimas de los ojos de Adelina.

—Adelina, sé lo que quieres decir, pero no te sientas culpable, esto no es de veras tu culpa.

—Ana, pero yo...

Adelina sintió amargura al ver que Ana, la que más estaba sufriendo, aún se esforzaba por consolarla. Se sintió aún más inútil.

—Entiendo lo que estás pensando, pero nadie podría haber evitado que Lucas actuara. Probablemente,
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