Después de terminar su comida, Ana le mostró el tazón completamente vacío a Lucas, intentando darle a entender que había sido obediente como él lo esperaba y así no le pondría mayores problemas. Lucas lo captó perfectamente. Sin embargo, al ver cómo Ana prefería comunicarse con acciones en lugar de palabras, se sintió inquietantemente irritable.Pasado un rato, a Ana se le ocurrió preguntarle algo.—¿Podría ver a mi madre? Llevo tanto tiempo encerrada entre estas cuatro paredes que ya no tengo idea de cómo está. Me gustaría saber sobre su bienestar.Lucas hizo una pausa.—Si podrás verla o no dependerá de la manera en la cual te comportes. Si sigues actuando como lo has venido hecho, solo puedo decirte que ella está bien, y no tienes de qué preocuparte.Ana apretó los puños. ¿Qué estaba intentando decir este tipo? Ella había intentado ser lo más dócil posible y aun así ¿no estaba satisfecho?—Entonces, ¿qué más tengo que hacer para que te sientas “satisfecho”?Ana levantó la cabeza y
Ana miraba con sumo cuidado la pantalla donde aparecía su madre. Aunque solo pudiera verla de lejos, sin posibilidad de que su madre la escuchara o la viera, la simple vista de ella durmiendo plácidamente, lograba apaciguar la inquietud que anidaba en su ya maltrecho corazón.Sin embargo, un tono de llamada estridente irrumpió, cortando la conexión de video. Ana vio el nombre que aparecía en pantalla: Silvia. Tal cual piedra arrojada en un estanque en calma, su tranquilidad se alteró de repente. Había pensado que ya no le importaba Lucas, por lo que tampoco debería sentir nada por alguien irrelevante como Silvia. Pero al ver ese nombre, algo en su corazón le hizo pensarlo dos veces.No obstante, Ana no mostró ninguna emoción. Devolvió el teléfono a Lucas como si nada hubiese pasado.—Alguien te está llamando, deberías contestar.Lucas echó un vistazo al teléfono, frunció el ceño al ver que era Silvia, pero recordó que tenía una cena planeada con ella para esa noche. Lucas se retiró par
Para Ana, Silvia no despertaba ninguna buena impresión; esa mujer era una zorra vestida de oveja. Si en realidad estuviera con Lucas, seguramente no aceptaría a los dos niños que no eran sus hijos biológicos...Pero ahora, incluso abandonar esta mansión era un lujo que no podía permitirse. ¿Cómo podría ayudar a esos pequeños?Al pensar en ello, Ana se sintió invadida por una sensación de completa impotencia....Por otro lado, en la familia Hernández.Isabel conversaba amigablemente con Silvia. David también estaba allí, pero, poco interesado en los temas de las mujeres, prefería fumarse sus cigarros en el balcón.Después de charlar un rato con Silvia, Isabel finalmente dirigió la conversación hacia lo que más le impacientaba en ese momento.—Silvia, ¿cómo va la recuperación de tu pierna? Si tienes algún problema, no dudes en decírmelo. Haré de veras todo lo posible para que te mejores rápido.Isabel decía esto de todo corazón, ya que la lesión de Silvia había sido causada por su prop
Justo cuando las palabras de Isabel habían cesado, Silvia se apresuró a defender a Lucas.—Tía, yo puedo manejarme aquí por mi propia cuenta, Lucas ha regresado al país, pero por poco tiempo, sería mejor que gastara mejor ese tiempo contigo y con los niños. Además, en la empresa también hay mucho por hacer, no es necesario que él se desgaste tanto.Viendo esta reacción, Isabel se sintió aún más satisfecha con Silvia. El poder de la familia Hernández ya no necesitaba tanto una alianza empresarial. Incluso si encontraran a una mujer de una familia influyente, la diferencia sería en realidad mínima. Isabel ya había buscado otras opciones antes, pero los resultados no fueron alentadores. Esas chicas habían crecido mimadas y tendían a tener un carácter caprichoso. Pocas personas podrían ser tan comprensivas como Silvia. Por lo tanto, Isabel estaba cada vez más satisfecha con su futura nuera. Isabel sacudió la cabeza con resignación, caminó hacia Lucas y pellizcó su brazo. —Por más que e
Jose de repente no quería comer con ellos. ¿Cómo iba a tener apetito viendo a Lucas codeándose con otra mujer? Justo cuando estaba a punto de declinar, Javier interrumpió:—Volvamos a cambiarnos de ropa, y luego bajamos.El sirviente, que estaba preocupado por el temperamento impredecible de los dos jóvenes, pensó que podrían rechazar la oferta y causarle problemas con la señora de la casa. Sin embargo, para su sorpresa, ambos aceptaron. Así que asintió de inmediato.—Entonces, yo me adelanto.Javier asintió y, después de ver al sirviente partir, arrastró a Jose de vuelta a su habitación.Jose estaba desconcertado por la respuesta de Javier. No tenía ningún aprecio por Silvia, y no tenía interés en cenar con ella, sobre todo porque su llegada originalmente había sido fuente de muchas discusiones entre su padre y su madre. Y habían llegado hasta tal punto que la familia, antes armoniosa, se había fracturado a causa de Silvia. Todo esto era algo que Jose no podía soportar ni comprender.
—Tía, tú has sido la salvadora de mi papá. ¿Para qué entonces tanta formalidad? Además, normalmente no aceptamos regalos de extraños, ¿verdad? — Javier, al ver la situación, habló con madurez, y José asintió también.Lucas originalmente estaba preocupado de que los dos pequeños dijeran algo incómodo, pero se sorprendió al verlos tan corteses. Por un momento, no supo cómo reaccionar. Isabel, al ver que los niños no mostraban gran resistencia hacia Silvia, sintió alivio en su corazón.—Tienes razón. Silvia, tú salvaste la vida de Lucas, eres una bienhechora en la familia Hernández. No tienen por qué estar molestos por algo tan trivial.Silvia también esbozó una sonrisa. Al principio, ella también estaba reacia hacia los niños, pero pudo percibir que se parecen más a su padre. Aunque también podía alcanzar a percibir la sombra de Ana en sus rostros, lo que le incomodaba en gran manera, más entendía que para entrar en la familia Hernández, este era un obstáculo el cual debía que afrontar.
Sin embargo, Silvia comprendía que, si se ponía al tú por tú con un niño frente a tantas personas, solo lograría perjudicar su propio plan. Por lo tanto, no importaba cuánto despreciara a ese mocoso, se vio obligada a mantener una sonrisa forzada.—Javier, en ningún momento he considerado usar algún tipo de favor por haberte salvado la vida para manipular a tu padre. En cuanto al futuro, ¿quién sabe?En su interior, Javier no pudo evitar soltar una risita irónica. Esta Silvia era de veras incorregible. A pesar de que él lo había dejado claro, ella seguía buscando excusas para justificarse. Solo podía decir que su descaro era incomparable.Justo cuando Javier estaba por añadir algo más, Isabel intervino:—Dejen de preocuparte por estas trivialidades, niños. Mejor concentrasen en comer.Javier hizo un gesto de desdén. Lucas, al notarlo, frunció el ceño. No estaba interesado en continuar con este tema. Nunca había tenido sentimientos románticos hacia Silvia y sabía que nunca los tendría.
Mientras meditaba sobre las incongruencias de todo lo que acaba de suceder, Jose tiró levemente de la manga de Javier al lado de la mesa. Con gestos que solo los dos podían entender, le señaló que salieran juntos un momento, que tenían algo que discutir.—Vamos al baño un momento. —Dijo Javier al instante, poniéndose de pie y dirigiéndose al baño junto a Jose.Una vez cerró la puerta con llave, Javier finalmente dirigió su mirada a Jose.—¿Qué pasa, descubriste algo?—Justo estaba mirando al suelo y vi cómo se cayó la sirvienta. Silvia le puso el pie para que se cayera.—¿Como?El semblante de Javier se volvió serio. "Silvia dijo que su pierna estaba gravemente herida, que apenas podía moverse. Pero si es como Jose dice, es probable que no esté tan lastimada como lo hace parecer. Tal vez ya esté bien y esté usando su lesión como una excusa para lograr su objetivo."Recordando las innumerables discusiones que habían surgido entre Ana y Lucas debido a Silvia, algo en el corazón de Javier