una almanza herida
En la tranquilidad de su habitación Rafaela revisaba unos números y cargamentos, ya estaba bañada y en pijama, Rafaela no era mucho de fiestas, solo salía de vez en cuándo, sobre todo si estaba aburrida

en la mansión Ferragamo Bruno hacía lo mismo, los dos eran cabeza de familia y tenían casi las mismas funciones, el Alfa estaba de mal humor, el sexo de esa tarde con su luna había sido increíble y ardiente, pero le saltaba mucho la cuestión de no poder follar con otras mujeres, su polla simplemente no respondía, ella solo respondía a Rafaela, era como si fuera su única dueña

Bruno se estaba preocupando bastante por eso, sobre todo por qué ya había decidido dejarla ir, si su polla no le reaccionaba con nadie, jamás volvería a tener sexo! qué demonios haría si las cosas tomaban ese giro tan fatídico, un Alfa en su plenitud impotente? prefería morir! Bruno lo hablaría con su padre antes que éste se marchara al territorio de la manada

En el lujoso restaurante Cristian de quedó en shock al
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