“-Mi gran amor, mi Teresa…

Amada mía, la vida no nos dio la oportunidad de amarnos hasta que nuestra luz se apagara, aunque hoy estoy seguro que tu luz está encendida donde quiera que te encuentres y que eres un ángel que siempre está a mi lado, ayudándome a transitar mis senderos con sus altibajos y con acantilados rocosos como aquel que, tomó tu vida sin dejarme tener el privilegio de amarte por el resto de nuestros días, sin dejarme tener el privilegio de ver a nuestro hijo crecer y poder compartir junto a ustedes lo maravilloso que es poder respirar. Dicen que elegimos que final colocar, pero no siempre suele ser así porque el camino por el que andamos no me dejó hacerte feliz cuando más te estaba amando, pues fuiste tú quién me dio las fortalezas para continuar, fuiste tú quién comprendió mi dolor y me ayudó a salir de él, dándome la