Capítulo 50
Fabiola ignoró la mirada de Cedro y sonrió levemente: —El señor Sánchez realmente tiene mala memoria. En años anteriores, mi abuelo siempre me reservaba un lugar en la mesa principal.

Con un simple señor Sánchez, silenciosamente, ella amplió la distancia entre ellos.

Cedro se tocó la frente, no le gustaba cómo Fabiola lo llamaba. Recordó que antes, ella solía llamarlo Cedro.

Claudia tosió un par de veces, atrayendo inmediatamente la atención de Cedro. La preguntó: —¿Estás bien?, ¿Te sientes incómodo? ¿Debería llevarte de regreso primero?

Claudia sacudió la cabeza con dificultad, pero una luz astuta brilló en sus ojos, mostrando ostentosamente a Fabiola cuánto se preocupaba Cedro por ella.

Fabiola ya estaba inmunizada contra estos pequeños trucos. Justo cuando estaba a punto de irse, escuchó a Claudia decir: —Hoy es el cumpleaños de mi abuelo, quiero quedarme. ¿Hermana, no me vas a echar, verdad?

Fabiola se giró, y antes de que pudiera hablar, el abuelo dijo sin piedad: —Yo no te invité
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