Capítulo 245
Con cada segundo que pasaba, Emilio estaba tan nervioso que el sudor frío comenzó a brotar en su frente.

Finalmente, Benedicto habló con calma: —He oído que tus hombres han estado siguiendo a Fabiola.

El tema repentino sobre Fabiola hizo que Emilio palideciera, sin entender la intención de Benedicto.

Benedicto lo miró fijamente: —¿Te atreves a hacerlo pero no a asumirlo?

—No es eso —se defendió Emilio. —Estoy siguiendo a Fabiola porque la enfermedad de mi hija está muy relacionada con el marido de Fabiola.

Benedicto golpeó el cenicero sobre la mesa, produciendo un sonido crujiente.

—No estoy aquí para escuchar tus quejas. Fabiola es una persona muy valorada por el abuelo Sánchez. Si planeas causarle problemas, piénsalo dos veces.

El rostro de Emilio se volvió pálido como la muerte.

Estaba claro.

Fabiola también estaba bajo la protección de Benedicto.

—Sí, yo... no me atreveré a hacerlo de nuevo.

—Querer colaborar y ganar dinero es comprensible, pero recuerda, no te metas con quien no d
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