Capítulo 213
Benedicto besó suavemente sus labios rojos, trazando delicadamente sus labios con un sabor dulce que se esparcía.

Fabiola se puso más nerviosa por su actitud despreocupada y satisfecha.

Benedicto la miró con una sonrisa maliciosa: —Sé buena...

Su voz siempre tenía un tipo de magia, baja y magnética, como si pudiera llevarla a caer juntos en una noche interminable.

Fabiola abrazó el brazo de Benedicto, mirando con ojos empañados la luna en el horizonte.

La luna en el cielo, detrás de las copas de los árboles, observaba a Fabiola y también miraba al mundo.

En la Mansión Gran Alto.

Rosalía miró su reloj más de una vez.

Según la hora acordada, Benedicto ya tenía más de una hora de retraso.

Su frente se fruncía cada vez más.

Sacó su teléfono, dudando si llamar a su agente.

No tenía el número de Benedicto.

Además, según el contrato, solo Benedicto podía solicitar una reunión con ella; ella no tenía el derecho de contactarlo.

En ese momento, sonó su teléfono.

Era un número desconocido.

Rosalí
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