MILAGRO

—Buenos días. — Gemí mientras alguien intentaba despertarme con una voz suave y ronca en mi oído. Estaba tumbada boca abajo en la cama cuando sentí que alguien me frotaba la espalda desnuda. Me revolví y apreté la almohada.

Sé que era Ryan quien me susurraba al oído y estoy demasiado cansada para moverme.

Ryan no me lo puso fácil anoche y ya era de día cuando nos detuvimos.

—Odio despertarla, mi señora, pero tiene una visita abajo.

Mis ojos se abren de golpe mientras intento incorporarme. —¿Una visita? ¿Tan temprano?

—Ya son las cinco de la tarde—. Se rió entre dientes. —Ya vino al mediodía, pero le dije que viniera otra vez—

¿Las cinco? ¡Tienes que estar bromeando! —¡¿Estuvimos fuera tanto tiempo?!— Jadeé, poniéndome rápidamente en pie para luego dirigirme al interior del cuarto de baño para lavarme la cara y cepillarme los dientes. También me puse ropa limpia y me peiné bien. —¿Preguntaste cómo se llamaba?

—No.

—¿Por qué no lo has preguntado? —. Me crucé de brazos al salir del baño.
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