DEMASIADO TARDE

—Luchar contra tu padre debe ser muy duro, ¿eh? — Los ojos de Bill se suavizan con preocupación. —Lo tuyo con Luis debe ser realmente fuerte.

—Sí, los riesgos valen la pena—. Afirmé con sinceridad y sonreí con orgullo.

—¿Señorita Berkeley? — Llamó un hombre de uniforme. Esa es mi señal, papá está aquí y sabe que voy a por él.

Suspiro y encaro al hombre con los ojos entrecerrados mientras lo corrijo. —Es la señora Saavedra, muchacho—. Luego me giro hacia Bill antes de pasar junto al hombre y dirigirme al despacho de mi padre.

—El señor Berkeley está en su despacho. Le está esperando.

No hace falta que me diga que espere fuera porque yo soy la hija aquí. De ninguna manera voy a esperar y dejar que m

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