32 EN VISTO
Veo correr a Pinky, realmente no sé si tener una mascota ahora mismo sea lo mejor, últimamente no le presto atención, mi mente está en otro mundo. Nunca me he imaginado sin ella, ha sido mi compañera desde hace mucho tiempo.

El timbre de la casa suena, Dios, no sabía que había un timbre, tocan una vez más, espero a que cese pero nada. Me levanto de la cama y bajo y abro la puerta. Unos ojos verdes muy acogedores me miran incrédulos. Es una señora de sesenta y tantos más o menos, lleva el cabello corto y chino.

-Hola-saludo.

-Eh, hola...-murmura con voz dulce-soy el ama de llaves-y entonces recuerdo lo que me dijo la otra vez esa señora sobre la sustitución de otra señora y no sé que más.

-Barry no me dijo nada-alego confusa.

-¿Y tú eres?-me pregunta recelosa, no, espero que no piense que soy otra de las conquistas de Barry porque me suicido.

-La esposa de Barry -comento un poco alegre.

-Oh, ya. Mi muchacho ya formó su familia.-Dice con cariño y dulzura.

-Si-no sé que más decir.
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