Agradecido, Bai Li la observó comer. De vez en cuando, le pasaba una servilleta... era muy atento.

"Muy bien, he terminado de comer; ya puedes irte". Zi Feng terminó, dejó el tenedor y miró directamente a Bai Li.

"Bien". Aunque Bai Li se mostraba reacio a marcharse, cumplió con su palabra y se levantó para irse.

Zi Feng se sintió aliviada al verlo marcharse.

Ella se subió a un coche caro en la entrada y se fue.

Después de que Bai Li y Zi Feng se separasen, él no fue a ningún otro sitio más que a donde se había quedado los dos últimos días.

Ella le dijo que “actuara bien”. Tenía que haber una prueba a la vuelta de la esquina.

Para pasar la prueba, era mejor que él se mantuviera bajo el radar.

Al empujar la puerta, los ojos de Bai Li recorrieron sin querer la casa. Sus pasos se detuvieron y enseguida se dio cuenta de que algo andaba mal.

Había dejado una rendija en las cortinas abiertas cuando salió de la casa, pero en ese momento estaban cerradas.

Bai Li se puso en guardia al