Después de regresar a su habitación, Jin Fengchen le dedicó una sonrisa torcida a Jiang Sese.

Jiang Sese no pudo evitar estremecerse.

"Sese, es hora de que cumplamos el deseo de mi madre".

Al escuchar eso, Jiang Sese se sonrojó profusamente.

Ya no eran niños, pero Jiang Sese actuó sin experiencia en esos momentos.

En ese momento, se veía tan indefensa como un cordero.

Miró inocentemente a Jin Fengchen, sin saber que los hombres encuentran irresistible ese tipo de mirada.

Jin Fengchen no era una excepción.

Se inclinó y se puso encima de ella.

...

Jin Fengchen solo dejó libre a Jiang Sese cuando era casi el amanecer.

Jiang Sese estaba tan agotada que durmió hasta las dos de la tarde.

Abrió los ojos y se encontró a Jin Fengchen sonriendo, así que preguntó desconcertada: "¿Por qué no fuiste a trabajar hoy?".

"Pensé que debería quedarme en casa y hacerte compañía. Gu Nian puede encargarse de todo en la oficina. De todos modos, no ha sucedido mucho últimamente", dijo Jin Fengche