Song Yao abrió la puerta del despacho del Presidente y vio a Fang Yuchen mirando su teléfono aturdido. Ni siquiera se dio cuenta de que entró.

No es de extrañar que no respondiera ni siquiera después de llamar varias veces.

“Señor Presidente”, dijo con cautela mientras se acercaba.

Fang Yuchen levantó la cabeza y tenía una mirada aturdida. “¿Qué ocurre?”.

“El Señor Xu está aquí. Le está esperando en la sala de reuniones”.

“Oh”. Fang Yuchen se levantó.

No estaba seguro de si se había levantado demasiado rápido o si se encontraba mal, pero se sentía mareado.

Song Yao se puso pálido de miedo. “¡Presidente Fang!”.

“Estoy bien”. Fang Yuchen levantó la mano para indicar a Song Yao que no se asustara.

Song Yao estaba a punto de acercarse cuando vio a Fang Yuchen caer hacia atrás.

“¡Señor Presidente!”.

Song Yao se precipitó hacia adelante y lo agarró.

Los ojos de Fang Yuchen estaban cerrados con fuerza y su cara estaba un poco pálida.

“¡Que alguien me ayude!”, gritó Song Yao.

El