JOYERO

Reino de Eskarya, Estado Vaminia

Domingo, 1 de enero

Leevanna llegó a casa con lágrimas en los ojos.

Subió directamente a su habitación, sin decir una palabra, las sirvientas ya le habían preparado un baño. No necesitaba hacer nada; Todo se estaba haciendo por ella. Ya desnuda, se vio en el espejo de su baño. La cicatriz que cruzaba su pecho seguía ahí, como las muchas otras, igual que las que tenía su alma.

—¡Señorita, no! ¡Está muy caliente!

Pero ella no escuchó.

Simplemente se metió en el baño.

Un pie detrás del otro.

Y se sentó allí, con lágrimas corriendo por su rostro. El vapor del agua a su alrededor como una neblina.

Una de las sirvientas intentó tocarla, Leevanna no la dejó. Ella solo lloraba y gritaba.

Neferet Vaughan entró entonces en el baño.

Dijo que todas las sirvientas se fueran, que dejaran a su hija en paz.

Neferet miró fijamente a su hija llorando, que sufría, sintiendo cómo su cuerpo ardía y le dolía por todas partes. Una hija que se quiebra delante de su madre, una
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