SAMAY

Sujeta con una mano mi cintura y con la otra acerca el glande a mi entrada y cierro mis ojos mordiéndome el labio inferior..

—Mírame—demanda—quiero que me mires mientras te penetro.

Abro los ojos haciendo lo que me pide y la luz del fuego le favorece manteniéndome en la pose que me tiene.

Absorbo la rudeza que emana y lentamente va atravesándome con la polla que con el mero capullo podría darme un nuevo orgasmo. Duele cuando me expande, abre y mis paredes lo reciben mientras tenso todos mis músculos volviendo al mismo juego de hace un rato. Es muy ancho y pese a la humedad desencadenada entra apretado mientras no dejo de mirarlo notando como oprime su mandíbula mientras me lo mete.

—¿Todo Samay? —pregunta con tono rasgado y siento que por lo grande que he visto, apenas llevo la mitad adentro.

—No me dejes nada afuera—le exijo quiero sentirlo todo así me rompa.

Toma mi cintura con ambas manos y…

—Ahhhhh…—decimos al unísono, yo me arqueo y el tira la cabeza atrás mirando a