‘Está gravemente herido. ¿Le pasará algo si no lo llevamos al hospital?’.

Mientras Yvonne tenía pensamientos de ansiedad, el teléfono en su bolsillo sonó de repente.

Yvonne reprimió sus preocupaciones y miró a Henry una vez. Ella lo cubrió con la manta, luego sacó el teléfono y se dirigió al balcón.

Era una llamada del Amo y no se atrevía a perder más tiempo. Se puso el teléfono cerca de la oreja de inmediato y respondió a la llamada. “Abuelo”.

“Yvonne, ¿Henry ya está en casa?”. Pronto escuchó la voz amistosa del Amo.

Yvonne respondió: “Sí, está en casa. ¿Quiere hablar con él?”.

“No, está bien. Si no me equivoco, todavía está inconsciente”. El Amo se rio entre dientes. Parecía que no le importaba Henry en absoluto.

Yvonne se apiadó de Henry por dentro. Luego se mordió los labios y preguntó: “Abuelo, ¿me llamaste porque tienes algo de qué hablarme?”.

“Sí. Quiero disculparme contigo”.

“¿Pedirme disculpas?”. Yvonne inclinó la cabeza.

El Amo suspiró. “Por mi nieto ingrato y malo.