Yvonne Frey tuvo una pesadilla. En su sueño, fue controlada por un hombre.

“Vete ... ¡No me toques!”

Yvonne se despertó asustada. Sus ojos se abrieron de repente y vio el candelabro de cristal que colgaba del techo. La decoración de la habitación le resultaba familiar.

¿Fue un sueño?

¡Levantó la manta y se sorprendió al instante al ver su cuerpo desnudo!

¡Qué está pasando!

“¡Sue!” Yvonne se vistió apresuradamente y bajó corriendo por las escaleras. Sue, su ama de llaves, estaba limpiando la sala.

Sue apagó la aspiradora y la miró asombrada. “Estoy aquí, Señora. ¿Qué ocurre?”

“¿Viste a un extraño arriba esta mañana? Creo ... ¡Creo que alguien entró en mi habitación!” Yvonne se puso pálida. No pudo evitar temblar cuando recordó su sueño.

“¿Un extraño?”

Sue dejó rápidamente la aspiradora y se acercó a ella. Señora, ¿está segura de que no se equivocó? Me levanté temprano para preparar el desayuno, pero no vi nada ni nadie extraño en la casa”.

“¡No, estoy segura!” Yvonne estaba a punto de llorar. Sue, ¿puedes subir conmigo, por favor? ¡Realmente hay alguien ahí! Él…"

“Sue, se nos acabaron las pastillas para la garganta. Ve a comprar algunas cuando tengas tiempo”. El sonido de la puerta cerrándose de repente venía del vinoteca.

Yvonne estaba atónita. Reconoció al dueño de esa voz casi instantáneamente.

En su conmoción, volteó la cabeza y vio a un hombre vestido de una camisa blanca que venía de un lado de la habitación con una botella de vino tinto en la mano. Arregló casualmente el cuello de su camisa e Yvonne pudo ver su pecho fuerte.

Henry Lancaster fue a tomar una copa y se sirvió un poco de vino tinto como si no hubiera oído la conversación entre Yvonne y Sue.

“¿Cuándo volviste? ¡¿P-por qué estás aquí ?!” Los ojos de Yvonne se llenaron de incredulidad. ¡Ella nunca esperó verlo en ese momento!

En los últimos tres años, solo se habían visto dos veces.

La primera vez fue durante la boda y la segunda fue ahora.

Ella respiró profundo, pero de repente le recordó que él era el verdadero dueño de esta villa. Él nunca había regresado en los últimos tres años, por lo que gradualmente se había venido olvidando de él.

“¡Ah! Mira mi terrible memoria”. Sue se dio una palmada en la frente y luego explicó con vergüenza, “Señora, olvidé decirle que el Señor regresó anoche. Acabo de recordar que debía informarle de esto antes”.

“¿Anoche?” Yvonne gritó cuando se dio cuenta. “¡¿Anoche?! ¡Entonces el hombre que apareció en mi sueño anoche..!”

‘¡Ay Dios mío! ¡La persona de mi sueño anoche era Henry Lancaster!’

¡Yvonne estaba tan somnolienta anoche que pensó que era un sueño!

“Señora, ¿podría ser que el extraño que mencionó antes ... es el señor?” Sue hizo la pregunta.

“No estaba completamente despierta, Sue”. Yvonne se volteó incómodamente, sin atreverse a mirar el rostro del hombre.

¿Sue esperaba que ella fuera castigada haciéndole esa pregunta delante de él?

Justo cuando Yvonne estaba pensando cómo pasar por alto la pregunta, oyó pasos acercándose detrás de ella.

“Sue, primero ve a comprarme unas pastillas para la garganta”. La voz del hombre era relajada y sonaba bastante seductora por haberse despertado recientemente.

“A la orden, Señor”.

Ajena a la situación, Sue se quitó el delantal y salió.

Solo quedaban los dos en la espaciosa sala de estar.

Henry bajó la cabeza para mirar a la delicada mujer frente a él. Su rostro se volvió insatisfecho cuando vio los ojos bonitos de la mujer intentando eludir sus miradas .

Él oyó claramente todo lo que le dijo Yvonne Frey a Sue antes.

Esta mujer obviamente se había olvidado de su existencia.