Capítulo 645
Estas palabras, dichas por otra persona, podrían parecer algo insensibles, pero provenían de una madre despiadada que era capaz de arrojar a un niño de tres años desde un piso, por lo que resultaba algo normal.

Ni siquiera consideraba a su propio hijo, mucho menos a los demás.

En cierto sentido, Teresa y Alberto eran personas similares.

El egoísmo dominaba sus vidas, donde aparte del amor, no había lugar para la existencia de los demás.

Teresa pasó elegantemente sus dedos por un mechón de cabello junto a su oreja.

—Esa niña, desde hace dos años, viene a verme cada cierto tiempo. A veces me acompaña para despejarme, otras veces me da masajes en las piernas. Al verla aburrida, no la detuve.

Diego se quedó sin palabras. —Creo que es usted la que está aburrida.

Su madre nunca encajó en el papel de la esposa y madre perfecta; más bien, parecía un personaje antagonista.

Por ejemplo, para hacer que Alberto cambiara de opinión, en el pasado, hizo muchas cosas hirientes a su amante.

Por supuest
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