El reloj me esclaviza de mis responsabilidades. Tener que levantarme de está cama dónde hemos pasado todo lo que nos quedaba del día dejando que nuestros cuerpos hablen por nosotros me cuesta mucho trabajo —Debo regresar a Madrid— le digo plantándole un último beso mientras me levanto de la cama.
Sus manos toman las mías y me jalan para que caiga nuevamente sobre la cama —¿No nos podemos ir de vacaciones ahora?— Pregunta como niño chiquito.
Tan solo quedan horas para que comiencen esas tan prometedoras vacaciones, parecía que los días y las horas no pasaban más. Mis maletas están listas y con la única intención de inquietarlo un poco más a Bautista, le tomo una foto al equipaje. Estos días me ha vuelto loca, me ha escrito tantos mensajes que ya he perdido la cuenta de cuantos han sido.//Yo tengo todo listo ¿y tú?//
Bautista conduce el auto que alquilamos por las calles de Capri mientras que mis ojos no dejan de apreciar la bellísima vista de este lugar. Jamás creí que esta isla podría ser tal y como se ve en las fotografías, las montañas y el mar se encuentran bajo un sol radiante que hace ver todo mucho más hermoso. —Te as
—Que te parece si vamos a cenar— Me propone al ver que no me muevo de la cama. Giro mi rostro para observarlo y no puedo evitar reírme ya que desde que hemos llegado al hotel no hemos salido de esté cuarto.—¿De que te ríes?— Me pregunta contagiándose de mi risa. Me acuesto de lado para estar más cómoda y apoyo mi cabeza sobre mi mano.
Entramos al restaurante después de recorrer las tres calles que lo separan del hotel en absoluto silencio, aunque no nos dejamos de mirar un solo instante. Creo que nos entendemos muy bien y sabemos que es mejor tener una conversación tranquila mientras disfrutamos de las delicias de la comida italiana con el hermoso paisaje que nos rodea. El mar, las montañas y la luz de la luna reflejada sobre el agua me dejan sin palabras; es un paisaje de ensueños, pero se ven amenazados cada vez que esos ojos azules me miran como lo están haciendo ahora. —¿Que tanto me miras? — Le pregunto con nerviosismo y una pequeña sonrisa que refleja mi estado de ánimo dibujada en mi rostro.
—¿Vienes?— Le pregunto desde el sofá donde estoy sentada, estoy cubierta por la tímida sabana que hace instantes nos cubría en aquella cama y con mi pie sobre una botella de vino. Me mira sonriente acostado desde la cama y sin decir palabra alguna se coloca su bóxer y camina hacia mí.—Donde estés tu estoy yo... y más si estas así tan pero tan sensual. — Expresa mientras se sienta a mi lado —¿Quier
Definitivamente tuvimos que saltearnos el desayuno, nos hemos despertado bastante tarde y ya es hora de almorzar, pero después del día y noche agotadora que hemos tenido ayer no era para menos. —¿A dónde vamos? — Le pregunto mientras que conduce.Él ahora mi novio voltea a verme por un instante y me lanza una de esas sonrisas que me desarman. —Primero iremos a almorzar, porque no se tú, pero yo muero de hambre.— Comenta entre risas. —Y bueno... después i