Capítulo 121 Ella me llama amor
Clara aún no había terminado de comer cuando Felipe regresó corriendo.

Vestía ropa deportiva negra, zapatillas negras, empapado en sudor, con toda la apariencia de ser salvaje y con las hormonas masculinas a flor de piel.

Natalia, al ver la situación, se levantó rápidamente y se acercó.

—Felipe, has vuelto, ¿corriste muchos kilómetros? Has sudado mucho, date prisa y sécate, ten cuidado de no resfriarte. —dijo Natalia, entregándole a Felipe una toalla blanca con actitud de ama de casa.

Clara, sentada frente a la mesa, no se movió y rodó los ojos al ver la escena, continuando con su comida.

En este momento, ella detestaba a Natalia y también a Felipe.

Sin Felipe, no habría Natalia. Natalia era algo que él había traído consigo, a pesar de que a él no le gustaba Natalia, el problema seguía siendo él.

Felipe notó que el estado de ánimo de Clara no era normal, la miró y, en lugar de aceptar la toalla de Natalia, le dijo a Clara:

—Clara, he vuelto.

¡Esto casi hace que Clara escupa la
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