— Alfa Edan se encontraba rondando su territorio, su intuición le decía que debía ordenar a los guardias reforzar la entrada de los perímetros, Alya le hacía falta, aquella pequeña Loba que dominaba la oscuridad desde los 5 segundos de su nacimiento. Alfa Edan no entendía la razón por la cual hoy su pensamiento estaba inundado por los recuerdos de su cachorra.

— Su sonrisa, sus miradas traviesas, las veces que invocaba a la oscuridad y le daba dolores de cabeza a su padre. El Alfa sonrió tristemente mirando a la Luna pidiéndole una explicación a la desaparición de su hija.

— Cuando se dio la vuelta se sorprendió de encontrar a Alizon mirándolo fijamente, desde la desaparición de Alya aquella niña había cambiado mucho, poco o nada hablaba y sus actitudes eran muy rebeldes.

— ¿Sucede algo cariño? - La voz de Alfa Edan cuando se trataba de sus hijos era tan suave, su mirada contenía un amor infinito.

- Solamente te ayudo a proteger la manada - fue la respuesta que le dio Alizon a su padr