En el momento en que la cinta de precaución cayó al suelo, Sean y Mason se colocaron detrás de mí. Breyona también estaba allí, y tuve que resistir el impulso de levantar las cejas en sorpresa cuando vi el cuchillo que había escondido en su mano. Noté el parecido entre el hombre y Devin apenas se acercó. Tenían las mismas cejas arqueadas y labios delgados que los hacían parecer perpetuamente enojados todo el tiempo. La primera vez que me enteré de que Devin era el hijo de un juez, tuve la esperanza de que la mala actitud no fuera algo de genética. “Soy la Luna…”. "Se quien eres", espetó el juez Clint Armstrong, su voz tajante como una navaja afilada. Contuve mi irritación en consideración de que su hijo había sido asesinado, pero la ira en su voz sonaba mucho mayor que la de un padre afligido. "Te hice una pregunta, niña". Había visto las muchas caras de la muerte, había sufrido tantas pérdidas y asumido un papel que no estaba segura de poder manejar… todo para que ahora ese ho
"Sacrificios...", dije por tercera vez, entrecerrando los ojos mientras seguía la curvada carretera rural en el coche nuevo que Asher me prestó a regañadientes. "La bruja pelirroja, ¿acaso no sabe cómo usar magia de sangre?", preguntó Mason, negándose a dejarme sumergirme en el silencio. "¿En serio no se le ocurre una razón para estos... sacrificios?". “No sabe mucho de magia de sangre. Corre en su familia, pero ellos mismos no lo practican”, expliqué. “Solo quería que Holly supiera de dónde viene. Bueno, al menos tanto como pueda”. Odiaba tener control sobre la vida de Holly. Tomar decisiones por ella, forzarla a ver a un terapeuta, me hizo sentir como si ella fuera una prisionera y no parte de la manada. No quería que se sintiera como nuestro padre, como un pajarito bonito metido en una jaula abandonado a cantar hasta morir. Solo otra persona sabía realmente cómo me sentía, y era Tristan. Ese vampiro amargado parecía ser la única persona capaz de comunicarse con Holly. Me hiz
"Quita esa cara larga". Mason me regañó desde el asiento del conductor. “Si querías conducir, no deberías haber intentado tirarnos por el precipicio”. "Eso no es lo que estaba tratando de hacer, y además ya me disculpé", me quejé y crucé los brazos sobre mi pecho. "... Solo estás enojado porque te hice gritar". Los árboles que crecían en el lado rocoso del acantilado pasaban rápidamente a nuestro lado en ráfagas de trébol y olivo. Me pregunté si Lars estaría allí en alguna parte, en lo profundo de la protección del bosque. ¿Tal vez las brujas estaban allí también? “Tú no me hiciste gritar, tu conducción imprudente lo hizo”. Su voz tenía un tono defensivo que me hizo resoplar. Sus cálidos ojos color avellana se deslizaron hacia donde estaba, en el asiento de pasajero, y dijo: "... No le dirás a nadie sobre esto, ¿verdad?". "No lo haré…". Lo tranquilicé y esperé hasta que el alivio inundó sus ojos para decir: "... Si me dejas llevarnos de regreso, y no puedes actuar como si fuera
"Ella no me está respondiendo". Traté de suspirar, pero era difícil hacerlo en mi posición actual. El ceño fruncido de Cassidy se volteó cuando se inclinó hacia adelante y metió la cabeza entre las piernas. Cuando hice lo mismo, su expresión se volteó hacia arriba. Cada uno de nosotros estaba en la misma pose, estirando los tendones y músculos de nuestras piernas mientras mezclábamos nuestra propia rutina con las recomendaciones de nuestro entrenador. Emilia tenía un aura intimidante cuando entró en la habitación, pero se desvaneció en el momento en que sus labios bronceados esbozaron una sonrisa de bienvenida. Su voz era una soprano constante que brindaba instrucción y aliento sin fin, a pesar de su altura y hombros anchos. No era sorprendente que ella fuera más alta que yo, pero también superaba a casi todos los hombres en la habitación. Una sacudida de emoción bailó en mi estómago cuando se quitó la camiseta de gran tamaño que llevaba por la cabeza y vi la cantidad de músculo
“Si se lo dices a alguien, no verás ni un centavo de tu herencia cuando me haya ido”. La abuela entrecerró los ojos, pero la mueca que formaba con sus labios hizo que la débil amenaza fuera ineficaz. “Ni siquiera sabía que teníamos una herencia”. Resoplé mientras me paraba a su lado en la cocina. Como había hecho cientos de veces cuando vivíamos en la casita, comencé a juntar los tazones y sartenes sucios que se acumulaban en el fregadero mientras ella horneaba. Una fina capa de silencio nos cubrió, una que me recordó los largos días de entrenamiento con Chris y los pasteles de cereza que descansaban en el alféizar de la ventana para que se enfriaran. "Entonces, ¿no quieres que le diga a nadie que estuviste aquí? ¿O que estuviste aquí y también usaste magia?". Me golpeó con un trapo hasta que me reí y me alejé del fregadero. Breyona terminó de guardar el resto de los platos secos y se sentó en el borde del mostrador, con una mirada curiosa y ansiosa. Su evidente amor por la mag
Fue cuando llegamos al tercer capítulo del libro de Rowena que el conocimiento de Cordelia entró en juego. El capítulo sobre sigilos mágicos y su tipo único de magia era uno de los más largos del libro. “Los sigilos se relacionan con las otras formas de magia, ya que hay un sigilo para casi todo. Los hay para asustar a los enemigos, capturar recuerdos y engañar al ojo humano. Hay algunas brujas que, después de décadas de práctica, logran crear sus propios sigilos, pero es un trabajo peligroso y complicado”, dijo Cordelia mientras entraba en la habitación con un libro pequeño y modesto en la mano. "Entonces, ¿un sigilo que está destinado a proteger a alguien de un enemigo tiene magia de protección mezclada en su interior?", cuestionó Breyona. Ella lo negaría con vehemencia, pero estaba claro que heredó su amor por la magia y los mitos de sus padres eruditos. "En su mayoría, sí. Digamos que eres excepcional con los sigilos mágicos. Deberías poder usar unos que varíen en sus efectos
Después de darle mi palabra otras tres veces, la abuela finalmente se fue a casa antes que mi papá. No tenía ni idea de que ella lo había oído hablar con Flora por teléfono y se enteró de su reunión, aunque él debería haberse dado cuenta de que no se le puede ocultar nada a la abuela. Rowena se escapó a su habitación después de hacerme jurar que le diría a ella o a Cordelia si algo así volvía a suceder. Cuando nos dejó, las tres comimos las sobras de la abuela y repasamos varios libros de sigilos. Debajo de cada sigilo dibujado a mano había un consejo para ayudar a fortalecer el hechizo. Muchos pedían tiza blanca o pintura, otros requerían el color negro, y los sigilos más severos pedían sangre animal. Algunos de los sigilos se volvieron tan complejos que mis ojos no podían discernir dónde comenzaba una línea y terminaba otra. Hubo un sigilo que hizo que mis pensamientos se desviaran hacia las marcas en mi cuello. No eran las de Asher las que tenía en mente, a pesar de que mostra
Por orden de Breyona, Asher se esfumó por el resto de la noche. Zeke nos visitó media hora después de nuestra conversación sobre el pasado y se lo llevó del escalón de la entrada después de prometer que no habría nada de alcohol o mujeres semidesnudas. Se aseguró de aclarar que eso solo aplicaba para Asher y no para sí mismo antes de desaparecer en la noche. 'Espera a que se entere de que en vez de ir a una fiesta, nos uniremos a la patrulla de esta noche'. La voz de Asher sonaba divertida mientras retumbaba en mi cabeza, cada sílaba era una réplica que me ponía la piel de gallina en los brazos. ‘Vas a arruinarle toda la noche’. Contuve mi risa cuando sonó el timbre, y las caras alegres de Cassidy y Breyona se proyectaron en la cámara de seguridad. 'Ya me tengo que ir; las chicas están aquí. Tal vez relájate un poco y deja que el pobre Alfa tome una cerveza, ha estado trabajando duro desde la muerte de Carson’. No pude entender la respuesta de Asher porque ya había abierto la pue