"Querida. Ya somos viejos. No le tenemos miedo a los chismes. Solo queremos que vivas una buena vida", dijo la Señora Qin, con los ojos rojos.

Tener un bebé fuera del matrimonio significaba que su hija caminaría por un camino difícil en el futuro.

La nariz de Qin Lianyi se sentía adolorida. Sus padres estaban muy preocupados por ella, y ella no podía hacer nada para hacerlos sentir mejor.

Mirando a su hija, el Señor Qin dijo con severidad: "Si tienes oportunidad de quedarte con el bebé, ¿estás segura de que no te arrepentirás de haberlo dado a luz? Criar a un bebé es diferente a criar una mascota. Tu vida será difícil".

Qin Lianyi respiró hondo. "Me he decidido. No me arrepentiré. Siempre y cuando el bebé me deje ser su mamá, no me rendiré".

"Está bien. Entonces da a luz al bebé. Podemos permitirnos criar a un niño, ¿no?", dijo el Señor Qin. ¡Ya que su hija había tomado tal decisión, como su padre, cuidaría bien de ella y del niño por nacer!

Las lágrimas de Qin Lianyi no pudiero