Actuando con rapidez, Dave tomó la muñeca de Bianca nuevamente, abrió la puerta de una sala privada cercana y la arrastró adentro.

La habitación estaba vacía y envuelta en penumbra.

—Dave, ¿qué estás…? —La protesta de Bianca fue interrumpida por un beso inesperado.

Afuera, Ruby, Vincent y Paige se detuvieron cerca de la puerta.

—No encuentro a Bianca. Quería despedirme antes de irme —se escuchó la voz de Ruby.

Bianca, atrapada en el abrazo de Dave, intentó empujarlo, pero él la sujetó con firmeza, como una muralla inquebrantable.

Sus besos se volvieron más intensos, presionándola contra la puerta, robándole el aliento en oleadas que la dejaron mareada y aturdida.

Desde el pasillo, la voz de Vincent se filtró claramente en la habitación.

—Quizás está ocupada con algún asunto, señorita García. Si tiene prisa, no se preocupe, le avisaré a Bianca cuando regrese.

Bianca, atrapada entre la puerta y Dave, escuchó cada palabra con claridad.

—Solo me preocupa, ¿sabe? Es tarde y está sola. Creo