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SUS OJOS ¡OH CIELO QUE OJOS!

Por cosas del destino tenía que empezar una materia alterna a mi doctorado, algo así para complementar una parte social de lo que ya estaba viendo y pues necesitaba esos créditos para dar fin a mi curso, esa clase no era exclusiva con alumnos de mis otras clases, se compartía con algunos de Pregrado de los últimos semestres y pues bien como cosas del destino ahí estaba en el mismo salón, en el mismo horario y con la misma cara hermosa de siempre.

-Hola señora Lana gusto en volverle a ver ¿se acuerda de mí?

-Ah hola, Jhin, fingí una sorpresa a lo que sume, un casi no te reconozco, pero por dentro mi subconsciente decía quién puede olvidar esos ojitos bebe.

Se sentó al lado de mi puesto en esa clase, mientras llegaba el profesor hablamos de él, un joven heredero de una gran fortuna de la familia Vernacci, una familia antigua oriunda de I, con una empresa en finanzas más grande en el sector, su padre había confiado en Jhin para heredar sus empresas, pero él debía antes estudiar y mostrar su potencial, y sí que lo tenía, era inteligente y hablador.

No entiendo en qué momento decidió hablarme y contarme todo de él, acerca de su familia, de su trabajo, de sus empresas de su futuro prometedor, de su amada novia, me revelo su verdadera edad y yo era mayor que el por nada más y nada menos que 14 años, muy en el fondo eso hacía que sintiera un aire de desilusión , mientras él me hablaba, mi cabeza sumida en mis pensamientos decía, oh cielo que ojos, sus ojos, son como el color de la miel, parecían ojos color del sol, se podía ver aun su inocencia, pero al mismo tiempo su fortaleza, se veía un hombre joven y fuerte.

Además de ser el hombre más hermoso físicamente que en mi vida había visto, pero que co... pensaba Lana autocontrol por favor, ¡me grité a sí misma! En un momento paso por mi cabeza el peor de los pensamientos, quería besar esa boquita, esa boquita me invitaba a darle un beso, pero no un beso normal, uno apasionado uno mejor que los de las lecciones aprendidas con Joak, uno mejor como a nadie en la vida pude haber dado.

Señora Lana, señora Lana, escuche en mi interior la voz de Jhin quien me decía el profesor ya se hizo presente, así que me concentre en la clase tratando de evitar pensar en aquel muchacho que se había robado por un momento mi atención.

Paso nuestra primera clase juntos y él se mostraba muy amable y cordial conmigo, Susan y Chantal pasaron por nosotros, me fui a casa con mi hija y compartimos una hermosa tarde de madre e hija, últimamente mi vida había cambiado, ya no comía demasiado y había hecho más ejercicio, eso se notaba en mi cuerpo, había perdido unos kilos y a pesar de que mi vientre no era plano, lucía mucho mejor mi ropa, mi mente estaba en otro sentido, estaba más abierta , mi amiga Roberta me había ayudado a escapar un poco de la rutina, lo necesitaba, necesitaba saber que estaba viva.

Al otro día llegue a mi clase en común con Jhin, lo vi acercarse nuevamente a mi puesto de estudio sin importar el qué dirán y se sentó junto a mí, hoy sus ojos tenían el brillo más hermoso del sol, resplandecían, su perfume inundaba mi nariz , su ropa al cuerpo lo hacían ver aún más guapo de lo que era y hacía notar sus esfuerzos por verse bien, era un encanto, entre mi pensaba un encanto delicioso, pero prohibido, no sé cómo se me cruzan esos pensamientos por la cabeza, si es que es tan solo un jovencito, menor que yo 14 años, podría ser su hermana mayor, y por 3 años si quisiera podría ser su mamá, pero porque pensaba en él.

 Porque su sola presencia hacía que mi estómago se retorciera, porque simplemente no pasaba de largo para mí y ya.

-¿Hola señora Lana, todo bien?

-Hola Jhin, respondí, pero dime solo Lana, tan vieja me veo, sonreí, y me sonrojé

-No señora, es solo respeto, usted es la mamá de mi amiga y no estaría bien abusar de su confianza, pero ya que insiste, está bien, ¿cómo está Lana?

-Muy bien, respondí, dejando hasta ahí la conversación porque ese día si llego temprano el maestro, provocando una ausencia entre los dos hasta la hora de salida, donde sus únicas palabras fueron, adiós, Lana.

Salí para mi casa, cogí mi auto, mi hermoso Mazda, aún lo conservaba como el más bello de los recuerdos, conduce por toda la ciudad, pero de mi cabeza no salían esos ojos miel, esos ojos color sol, mi cabeza se negaba a pensar en el, pero mi corazón parecía el de una niña rebelde, una muy rebelde que tenía prohibido hablarle a ese chico, pero entre más prohibido más quería hacerlo.

Esa noche salí con Roberta al bar, olvidé mis pensamientos y decidí pasarla bien, conocí un hombre de unos treinta y algo de años, lucía joven y atlético, no era de mucho dinero, pero era agradable, además de tener un perfume hormonal, que me atraía hacia él, el se llamaba Jonás, algo extraño su nombre, pero me encantaba más su forma de ser.

Mi amiga Roberta había decidido irse temprano a casa, así que me quedé con él en el bar.

- A que te dedicas Jonás, ¿qué haces en tu vida.? - le pregunto

- Bueno tengo una tienda de libros y soy bibliotecario de manera independiente, mis padres fallecieron y me heredaron la tienda decidí hacerme cargo del negocio y pues bueno aquí estoy, no tengo un buen ingreso, pero aún conservo las reliquias de mis padres. Respondió el con toda la serenidad del mundo.

- entiendo dije yo, pero no había entendido nada, porque estaba pensando, en el, no podía sacarlo de mi cabeza lo contrario estaba más adentro, Jonás era guapo, era rubio ojos verdes, cuerpo torneado y por su puesto mayor, era interesante por lo que había podido escuchar en ese momento, así que decidí concentrarme en él.

Un trago llevo al otro, una cosa a la otra y ahí estaba yo, prendida a la boca de Jonás, dándonos unos besos de película, no sé cuánto tiempo paso desde que di el último, pero este me encantaba, lo sentía hasta en medio de mis piernas, todo me recorría, Jonás sabía besar y lo hacía delicioso, al compás de su beso se unían sus manos en mis senos, pero que placer tan grande me daba este hombre en ese momento, así que decidimos terminar en su apartamento.

Tuvimos una noche de sexo sin control, él estaba imparable y yo insaciable, llevaba un poco más de tres años de mi último encuentro con Joak y ya había olvidado que era hacer el amor, o más bien tener sexo, pasé la noche junto a él, estuvimos en una faena de unas 3 o 4 veces, pero ninguna me había hecho sentir diferente a mis dos parejas anteriores, por tercera vez asumí que así era.

Al otro día tomé mi bolso e intenté salir despacio de su apartamento, pero una voz ronca me habló, ya te vas princesa, a lo que yo sonreí y dije, pero será de un lago, sonreímos a carcajadas los dos, me pidió mi número y antes de irme tuvimos sexo casual, beso mis labios y volví a mi hogar.

Susan me esperaba con la misma angustia que yo la espere esa vez que se fue con Juan, y en su cara se notaba la preocupación, y es que yo no había notado que mi teléfono se había descargado por lo tanto no tenía comunicación.

- mamá en dónde estabas grito ella, hecha un mar de lágrimas, me preocupe tanto por ti, dijo mi Susan que sin más explicaciones sé abalanzo contra mí en un abrazo.

Escucho las puertas de la cocina abrirse y salen Chantal y Jhin con unas tasas de té en las manos, Chantal dice, Lana me tenías de un ala, ¿dónde estabas? Susan quería morir, cuando vi los ojos que estaban al lado simplemente sentí unos profundos celos que me invadieron, y no quise responder.

Solo pude decir, yo ya soy una adulta no tengo nada que decir. me fui a mi cuarto y me encerré.

¿Pero qué estaba pasando? porque esa reacción en mí, dónde estaba la calmada Lana, la que todo precisaba la que creía que la vida era así, injusta, pero sin tropiezos, porque mi corazón se aceleraba al verlo, porque sentí celos, es que Chantal es su novia, definitivamente mi corazón enfrentaba el dilema que jamás nunca en la vida iba a poder entender.

Decidí descansar ese día de todo, simplemente hice uno de mis antiguos y favoritos planes, comer hasta explotar y dormir, no pasó nada más con Susan, Chantal y... y Jhin.

Desperté un poco adolorida, mi entrepierna molestaba, mi cabeza dando tumbos, y creo que mi integridad estaba hecha pedazos quien iba a pensar que la CEO de una gran empresa iba a terminar en la cama de un simple bibliotecario, pero si bien era cierto en mi caso a mis treinta y muchos no había terminado en la cama de muchos, así que no le di importancia y continúe con mi día.

Mi amiga Roberta me llamo al teléfono y como una adolescente pregunto sobre mi aventura, le conté con lujos de detalles todo lo que había sucedido y su sonrisa al otro lado del teléfono no se hizo esperar, y es que yo era tan predecible en ese momento, que a ella le había sorprendido que hubiera acabado de tal manera mi velada.

Finalizo la llamada con Roberta, tomo una ducha de agua caliente, me visto con una camiseta holgada y unos jeans, era domingo nada importante que hacer, así que me iba a concentrar nuevamente en mi plan favorito, estaba sola, mi hija Susan estaba con sus amigos de picnic, y mi Eithan estaba fuera del país con su padre, con mi hijo el tiempo se había vuelto muy limitado, esto me rompía el corazón, pero cuando nos viéramos recuperaríamos todo el tiempo perdido, estaba pensando que el debería volver a casa, ya era un adolescente y necesitaba a mamá .

Para mí sorpresa sonó mi teléfono, un número desconocido

-¡hola!

-hola, Lana, me recuerdas soy Jonás, ¿cómo estás?

-claro que te recuerdo no han pasado ni 48 horas, como estás, veo que me has llamado, paso algo, ¿olvide algo en tu casa?

-Oh no claro que no, solo quería saber si podíamos tomar un café, tal vez dar un paseo juntos, no lo sé, ¿tienes tiempo disponible?

(lo pensé por un momento)

-claro que si Jonás, nos vemos en veinte minutos allí en aquel parque cerca del bar

-ya nos vemos

Me arregle como pude, deje mi cabello suelto, lo tenía muy largo rubio a la cintura, me puse algo de maquillaje, me puse una chaqueta de cuero, y unos tenis deportivos que me hacían lucir un poco mejor, al fin de cuentas Jonás era un par de años menor que yo, no quería se notara tanto la diferencia, pero que son dos años.

Salí al encuentro con Jonás, estaba muy bien arreglado y por su puesto olía delicioso, creo que la noche anterior la cerveza había hecho efecto porque ya hoy no lo había visto tan guapo, pensé para mis adentros, era una persona bastante agradable, dimos un paseo hablamos de la vida, y de nuestras personas, pasamos toda la tarde juntos, hasta que terminamos en su apartamento envueltos en sus sábanas, llenos de sudor y pasión, tal cual habíamos empezado hacia un par de días.

Dentro de mí no había ilusión alguna, simplemente Jonás me parecía un hombre agradable y amable y por su puesto buen amante, pero no sentía una química especial con el que lo mantuviera en mi pensamiento constantemente, a cambio de eso mi cabeza me jugaba una mala pasada, una tan mala que no podía creer lo que estaba pasando, en mi cerebro solo rondaba la imagen de esos ojos color miel, juveniles, inocentes, puros, y brillantes como el sol, no podía borrarlos de mi memoria, inexplicablemente pensaba en Jhin, algunas veces eran pensamientos que no sobre pasaban más que lo tierno y especial, pero otras veces era necesario que volviera a las lecciones de Joak y acudiera a la auto.... pensando en él, esto último me hacía pensar que me había convertido en una pésima mujer, una de esas sin escrúpulos, que no le importaba quien era el objetivo de mis pensamientos en el momento de mi satisfacción, y es que para mis adentros él era tan erótico y hermoso, que estoy segura de que cualquier mujer en sus cinco sentidos desearía tener esos hermosos ojos frente a su nariz.

 Volviendo de mis pensamientos sabía que un amor o una aventura así era totalmente imposible la diferencia de edad entre nosotros dos era bastante notable, era el amigo de mi hija, y el novio de su mejor amiga, nunca habíamos tenido confianza y si bien compartíamos una clase la confianza entre los dos no era suficiente para que hubiera cercanía, no sé porque yo ya en mi imaginación había visto su torso desnudo debajo de mi anchas caderas , sintiendo como con su boca devoraba mis senos , pensar en el realmente me hacía sentir plena.

Jonás fue quien aprovecho esos pensamientos siempre que estaba deseosa él estaba ahí para mí, ya llevábamos un mes de estar saliendo y nuestros encuentros casuales se habían convertido en algo más cotidiano, ya compartíamos más cosas que el sexo.

Jonás era atento conmigo, cuando nos quedábamos juntos cocinaba para mí, hacia un omelette espectacular, pasábamos la tarde juntos, yo estaba aprovechando mis últimos meses de mi año sabático , y aprovechar parte de mi tiempo libre con Jonás no me disgustaba para nada , su compañía en medio de mi soledad hacía que mis días grises tuvieran más color, es increíble después de empezar mi doctorado como mi vida había dado pequeños giros que me hacían sentir viva , antes de mis treinta años solo estuve casada con una imagen, no recuerdo si algún momento fui feliz, soy una madre feliz , pero no estoy segura si fui una mujer feliz , y eso me llenaba de tristeza muchas veces, pero ahora estaba tratando de vivir al máximo.

No era una vida loca, pero si se tornaba diferente, cuando Eithan venía a casa hacíamos planes deliciosos, íbamos a la playa, salíamos a cine, a comer, mis hijos eran la compañía perfecta, cuando ellos no estaban mi amiga Roberta en su poco tiempo libre era mi amiga ideal, y cuando simplemente quería satisfacer mi pensamiento terrenal, ahí estaba Jonás, aquel hombre que la vida me había prestado, quizás por un momento o quizás por mucho, no habíamos formalizado nuestra relación, solo nos habíamos limitado a encuentros casuales, una vez por semana, de vez en cuando yo iba a su biblioteca y tomaba un buen libro, y tan bien una buena escena de película para adultos hecha por nosotros, no había rincón de la biblioteca que no hubiera sido inundado por nuestro sexo .

Y es que después de un tiempo se había vuelto placentero, empecé a conocer mis primeros orgasmos, nunca había tocado el umbral del placer, todo era sumamente perfecto, nuestros encuentros cada vez eran más calientes y conocer nuestros cuerpos daba una ventaja absoluta sobre el otro, Jonás sabía que poner su boca en mi flor al mismo tiempo que sus dedos tenía un gran efecto en mí, y eso me encantaba.

Pasaron un par de meses y yo aún tenía pendiente el curso de extensión que veía con Jhin, durante un tiempo no lo había visto y había sido saludable para mí, pensé que ya lo había superado y que aquellos pensamientos no eran más que locuras de momento, necesidad de amor, necesidad de unas manos calientes sobre mi cuerpo, y ya las tenía, Jonás hacia un buen trabajo.

- ¡Hola Lana, tiempo sin verte!

Escuché a mis espaldas su voz, si ya había avanzado en sacarlo de mis sucios pensamientos ahí estaba el otra vez, con sus típicas camisetas deportivas que marcaban todo su adorable cuerpo, su perfume juvenil y sus ojitos, ay pero que ojos, creo que mi obsesión era por esos ojos color miel, que me hipnotizaban que hacía de mi lo que querían, pero solo en mi cabeza porque la realidad era otra.

-Hola Jhin, sí que tal, como está todo, respondí con una voz señorera sacando a flote mi edad y mi poderío adulto.

tomamos la clase en silencio , al final de la misma él se iba a ir pero chocamos frente a frente haciendo que mis cosas cayeran al suelo y como de película el Buenos tardes las levanto , dándome una de sus mejores sonrisas, sus dientes blancos hermosos mostraban su juventud , en ese momento más que nunca había visto de frente su rostro, no tenía una sola imperfección, se notaba sus pocos años, su pecho se estrelló con el volumen del mío rozando mis pezones con su pectoral, que no entiendo porque razón estaban duros, si solo lo había visto, solo me había estrellado con él, mi pecho se agito rápidamente al rosar su mano y él se dio cuenta que algo causaba en mí.

 Era inevitable que no lo notara si es que por poco se me salía las babas, pero hubo algo que me sorprendió en ese momento, y es que el no me fue indiferente, su mano sudaba y sus labios mostraban algo de nervios, los dos guardamos silencio y seguimos nuestro camino.

En el fondo de mi ser pensaba que había pasado ahí.

NOTA: pensamiento de Jhin

Había pasado un tiempo desde que conocí a la madre de mi amiga Susan, no era una mujer muy atractiva pero si muy interesante, con poder e inteligente y eso opacaba cualquier belleza física de otras mujeres , aunque para ser sincero su cuerpo curvo causaba en mí una sensación de querer tocarla, su piel era muy blanca, y aunque su cara mostraba el paso de los años no perdía esa belleza de una mujer juvenil, sus ojos eran brillantes y su escaso maquillaje revelaba la verdadera belleza de su rostro, su boca era carnuda, unos labios que invitan al placer, y si decía esto era porque desde el día que la vi no la saqué de mi pensamiento.

El día que desaparecieron Susan y Chantal deseaba ser su consuelo, abrazarla mientras ella lloraba y decirle que todo iba a salir bien, deseaba ponerla en mi pecho y besar su cabeza, cuando ella fue la que desapareció mi corazón se estremeció de dolor al pensar que algo malo podría haberle pasado, pero al ver su rostro de furia cuando llegó a su hogar me hizo entender que algo no estaba bien, así que decidí alejarme por un tiempo, uno prudente en dónde ella no estuviera presente! ella es mayor que yo, pero en mi despertaba unos deseos inmensos de tenerla en mi cama, pero qué pensaría mi familia tan conservadora, que pensaría mi madre , en especial ella, que sueña con el matrimonio perfecto a la edad perfecta, con un arsenal de nietos y una mujer de mi edad ocupando el lugar de esposa, y ni qué decir del hecho de que yo tenía novia , ¡era Chantal!

A pesar de llevar unos años juntos ella no había entendido el verdadero significado de tener un noviazgo , salía con sus amigos de fiesta, regresaba al amanecer, muy pocos nos veíamos y más parecía yo su acompañante, su llavero que su novio, ella era muy atractiva, su cuerpo era envidiable, cualquier hombre moría por ella, por su cara preciosa y sus senos bien puestos, por supuesto que el hombre que había ganado ese lugar precisamente era yo, pero en el fondo de mi corazón mis pensamientos hace algún tiempo tenían otro rumbo, otro destino, otro rostro, y es que ella era prohibida, no creo que me correspondiera a pesar de que la he visto poco siento una química que recorre mi ser cada vez que la veo, lo peor de todo es que mi entrepierna refleja el efecto que ver a esa sencilla pero llamativa mujer causa en mí.

Después de nuestro pequeño encuentro en la universidad decidí que era de hora de hablar, quería experimentar cuál era la respuesta a qué había pasado ahí, no era un hombre muy experimentado, pero sabía que alguno de los dos tenía que tomar el primer paso y por su puesto ella no iba a ser, así que simplemente esperé hasta la próxima oportunidad.

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