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Momo corrió a mi y me abrió los brazos para que la cargará, así que eso hice. Claudine me miraba mientras yo me acercaba a ella con nuestra hija en brazos.

Ella me la arrebato y me puso mala cara de inmediato.

— ¿Que te he dicho de no acercarte a los desconocidos? — Le pregunto Claudine con enojo.

— ¡Pero si tú lo conoces! — se quejo la pequeña.

Yo sonreí, ella era exactamente igual a su madre, tenían los mismo gestos, la misma espontaneidad para hablar, eran como dos gotas de agua.

— ¡Pero tu no! — La regaño.

— Solo quiso ser amable, no le veo el problema a eso — Le dije.

Yo saludé a mis colegas y ellos me saludaron a mi.

— Que bueno verte, cuando me dijeron que trabajarias con nosotros no me lo podía creer — Dijo uno de ellos.

— Espero ser de mucha ayuda para ustedes — Les respondí.

Yo mire a Claudine que parecía querer matarme.

— ¿Cuánto tiempo te quedarás en Londres? — Me preguntó otro.

Yo le sonreí a Claudine.

— No lo sé, pero me quedaré el tiempo necesario para poder solucionar
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