Alguien golpeó la ventanilla del coche. Matías miró instintivamente y, al ver que era Marisela, abrió rápidamente la puerta.Sin embargo, ella no se dirigió al asiento del copiloto, sino que se metió directamente en el asiento trasero, visiblemente alterada.—¿Qué pasa? ¿Te encontraste con algún maleante? —preguntó Matías preocupado.—No, no es eso... —respondió Marisela, tratando de calmarse.—Matías, ¿podrías arrancar? Por favor, llévame hasta la próxima esquina —añadió con urgencia en su voz.Aunque Matías no entendía la situación, arrancó el coche.Al doblar la esquina, vio a Celeste en la plaza junto a un hombre y una mujer. Al hombre lo reconoció, era Lorenzo.Miró por el retrovisor y descubrió que Marisela no estaba sentada en el asiento trasero, sino agachada, lo que le hizo fruncir el ceño con curiosidad.Era evidente que Celeste ya había salido, pero Marisela actuaba como si estuviera huyendo desesperadamente, sin querer ser vista...—Marisela, ¿te estás escondiendo de alguie
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