Bianca se sonrojó, evitando la mirada de Dave, preocupada de parecer demasiado encariñada, como una niña enamorada. —Está bien, iré a secarlo ahora. —¡Espera! —Sin dudarlo, Dave tomó su muñeca y la llevó a su habitación.El cuarto de Dave tenía un aroma ligero y agradable, el mismo que Bianca había notado en él antes. Era un aroma relajante.—Tengo un secador de pelo aquí. Déjame secártelo —dijo Dave, guiándola hasta la cama. Con suavidad, presionó sus hombros para que se sentara.Bianca parpadeó, mirándolo con ojos claros. Él sacó un pequeño secador del cajón inferior de la mesita de noche, lo conectó y se colocó frente a ella. Su sombra la envolvió mientras pasaba sus dedos entre su cabello húmedo.—Puedo hacerlo yo misma —murmuró Bianca, sujetando su brazo y encontrando su mirada con timidez. —No te preocupes, seré cuidadoso —le aseguró Dave.Encendió el secador y comenzó a secarle el cabello con delicadeza. Sus movimientos eran precisos, ajustando la temperatura con atención.
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