"¿Dónde está Sarah? Sáquenla de aquí. ¡Esa mujer egoísta solo piensa en sí misma!" Cipto, sin vergüenza alguna, siguió atacando a Sarah en el vestíbulo.Sarah bajaba en el ascensor y, justo cuando las puertas se abrieron, Cipto la agarró del brazo y comenzó a recriminarle una serie de errores inventados por él mismo. Todo porque aún quería quedarse con la casa para su futura esposa e hijo."Señor Cipto, si quiere una casa, cómprese una usted mismo. ¿Por qué anda rogando por una que ya fue repartida?" Un empleado, que conocía bien el asunto, defendió a Sarah. Ella inclinó la cabeza y abrió bien los ojos, advirtiendo a Cipto de su estupidez."¿Lo escuchaste, Cipto? ¡Hasta ellos lo saben! ¿Por qué tú sigues sin entender?" gruñó Sarah, que en realidad no quería hablar demasiado. Quería insultarlo y llamarlo idiota, pero era su exmarido, aquel al que había amado y por el que había sido ciegamente devota."No tengo nada que ver con ellos, mi problema es contigo. ¿Qué saben ellos?" replicó C
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