— Hola, Mel, Heitor me llamó. ¿Sabes para qué? —le pregunté a mi amiga cuando entré a su oficina al final del día.— No sé, Cat. Ni sabía que te había llamado. Voy a avisarle que estás aquí. —Melissa se levantó y entró a la oficina del jefe, luego regresó y me hizo señas para que entrara.— ¡Catarina! —Heitor me saludó con una enorme sonrisa—. Primero déjame decirte que estoy muy feliz de que tú y mi amigo finalmente se hayan reconciliado.— Gracias, Heitor. Espero que tu amigo no vuelva a hacerme travesuras —dije sonriendo.— Si él se porta mal, sabes que estoy aquí para ayudarte a patearle el trasero —afirmó Heitor con convicción.— ¡Ah, claro! De la misma manera que hiciste esta vez, vigilándonos y contándole todo a él —Melissa se burló de él.— Ay, Mel, tampoco puedo maltratarlo demasiado, es mi amigo —Heitor habló como un adolescente, haciéndonos reír—. Pero siempre cuentas conmigo, Catarina.— Gracias, Heitor, es bueno saberlo —fui sincera, pues Heitor realmente me había a
Leer más