—Agnes, estás aquí —dijo alfa Rastus cuando me vio entrar corriendo a la sala de espera del hospital.La cara de Kyle todavía estaba oculta en mi pecho.—¿Dónde está mi hija? ¿Qué le pasó? —Mi voz era apenas un susurro. Para mi consternación, vi la camisa azul celeste manchada de sangre de Rastus, lo que me debilitó las piernas—. Dime que esa no es su sangre.Lloré, sacudiendo la cabeza mientras el miedo se apoderaba de mi corazón, asfixiándome.—Lo siento, Agnes. —En lugar de decirme que no era la sangre de Katie lo que había en su camisa, se disculpó, empujándome más allá de mi límite.Me eché a llorar, abrazando fuerte a Kyle, pero mi hijo luchó por liberarse de mi agarre después de enterarse de lo de la sangre.—Quiero verla, mamá. —Kyle gimió y lo bajé, sin darme cuenta de su rostro desnudo.Vaya, no estaba pensando.No fue hasta que me enfrenté a Rastus.—¿Podemos verla? ¿Qué le pasó? ¿Estará bien? —le pregunté.Le hice esas preguntas porque según Lisa, él la trajo al hospital y
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