En el vestíbuloDaisy, quien ya se había cambiado de ropa, fingía volver del baño.Se dirigía a buscar a Javier, pero desde lejos lo vio rodeado de gente.Preocupada de que le hubiera pasado algo —después de todo, Javier seguía convaleciente—, Daisy corrió para ver qué sucedía.Al acercarse, escuchó la voz llena de rabia de Alberto Mero, el padre de Frigg, resonando en medio del círculo de gente:—¿Así es como tratas a tus invitados? ¿O acaso tienes algún problema personal conmigo, Javier? Si lo tienes, dímelo de frente.Junto a él, la madre de Frigg, Jasmine, lloriqueaba.—Mi amor… me siento mareada…Daisy entendió de inmediato lo que estaba pasando.Sí, había sido impulsiva.En cuanto vio a esas dos mujeres paseándose frente a ella, el coraje le subió a la cabeza y perdió por completo la calma.Ya no había remedio: lo hecho, hecho estaba.Cuando Daisy se preparaba para abrirse paso entre la multitud, alguien la sujetó del brazo con fuerza.Al sentir ese tacto tan familiar, supo sin m
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