Daisy no quería hacerle frente, pero si Fernando insistía, ya no iba a aguantar más. ¿Por qué seguir aguantando? Sin pensarlo, levantó su pie derecho y lo dirigió con precisión a su punto más vulnerable, pateando con fuerza.Fernando, alerta, reaccionó rápidamente y atrapó su pie en el aire, evitando el golpe.—Daisy, no importa si lo haces para retroceder o para atraparme, mejor detente antes de que sea tarde —dijo con tono calmado, pero con una chispa de advertencia en su voz.Daisy dejó escapar una risa fría.—¿Ah, sí? Fernando, tener confianza está bien, pero no te excedas. No eres el dinero, nadie va a quererte toda la vida.Fernando la miró fijamente, su mirada oscura penetrando su ser, y no dijo una palabra durante unos largos cinco segundos. Finalmente, rompió el silencio.—Entonces, dime, ¿cuánto quieres por tener un hijo mío?Daisy lo miró con dureza, su mano se levantó para sujetar el cuello de su camisón, acercándose peligrosamente.—¿De verdad quieres que tenga un hijo tuy
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