Esa misma noche, Regina regresó a la Villa Número Siete. Cuando estaba cerca de la entrada del vecindario, recibió una llamada de la Casa Navarro. Ni siquiera tuvo tiempo de estacionarse antes de que la llamada se cortara. Supuso que era un error y siguió su camino a casa.Siempre que Gabriel viajaba, Regina preparaba tres conjuntos completos: ropa interior, camisas, trajes. Combinaba los colores de forma que resaltaran lo mejor de Gabriel: chaquetas oscuras, camisas claras, diferentes corbatas, prendedores, relojes y gemelos. Quería que Gabriel se viera imponente, pero sin caer en excesos, por eso se tomaba el tiempo de buscar el detalle perfecto para cada prenda.Pero hoy, todo era diferente. Sin interés, eligió las tres combinaciones como si estuviera en una fábrica, colocándolas en la maleta sin más. Cuando guardaba el collar de rubíes en el cajón, notó que faltaban algunas joyas. Estaba a punto de revisarlo, cuando el teléfono volvió a sonar. Esta vez, era Olimpia, la empleada de
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