Cuando Mark se paró frente a mí, Sandra enmudeció de repente y los hombres retrocedieron respetuosamente unos pasos.Entonces, sin decir nada, hizo una señal al barman para que se acercara. El chico flaco que parecía estar cubriendo su turno, con los ojos muy abiertos, no dudó en correr hacia Mark."Buenos días, señor", inclinó la cabeza a modo de saludo, con la mano firme a su lado. Parecía hacer todo lo posible por no mirarme. No lo culpaba, acababa de verme romper una botella en la cabeza de un hombre."Ve a donde tu jefe y haz que todas las personas, aparte de nosotros, salgan de este bar. Yo pagaré las facturas".Asintió con la cabeza ávidamente. "¡Sí, señor! Ahora mismo, señor". Luego se dio la vuelta y huyó.Razoné por qué Mark haría eso y luego concluí que tenía razón. Todos provenimos de familias bien conocidas de la élite de la sociedad, pero no me importaba. No hay forma de que nada de lo que se filtre de este alboroto perjudique mi reputación. Dado que nadie, aparte de
Leer más