Los árboles del bosque crujían fuerte con estallidos, causando enormes estruendos al caer, indicando la proximidad del rey Lycan, completamente dominado por el odio. Olfateé musgo con un olor terroso, fresco y ligeramente húmedo. Me detuve, concentrando mi hocico hasta localizarlo, golpeando sutilmente un árbol hueco. Cavé alrededor, sintiendo el musgo, y comencé a frotar mi pelaje en él, camuflando mi olor.— ¡Te encontraré, loba! — Bramó la bestia a lo lejos.— Deidad, por favor, ayúdame. — Lloriqueé, levantando la cabeza, dejando que las lágrimas se mezclaran con la lluvia, que, aunque entorpecía mis sentidos, traía la ventaja de confundir los olores.Sentí su fuerte presencia detrás de mí, el suelo temblaba con cada pisotón del alfa sobre el suelo del bosque, las ramas crujían al ser aplasta
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