POV: AARON— Aaron, te necesitamos. — Su voz llegó hasta mí, suave, un susurro que rompió el silencio del bosque. Me detuve, cerré los ojos y agucé los sentidos. El vínculo entre nosotros, aunque no plenamente formado, era innegable, un hilo tenue que me guiaba. Me concentré, buscando el rastro de su presencia. Pronto, un aroma familiar invadió mis fosas nasales: el olor del templo. Una ráfaga de viento sopló con fuerza, empujándome hacia adelante, indicando el camino. — ¡Ya voy, Lobita! Por favor, aguanta — respondí con un gruñido, sintiendo cómo la musculatura de mis patas se expandía, bombeando más fuerza y sangre, impulsándome en una carrera frenética. Me deslicé entre los árboles, una sombra veloz. Cualquier seguidor de la secta que intentaba
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