En ese momento, Laura, la enfermera que normalmente me ponía las inyecciones, entró en la habitación.—¿Elena, cómo es que estás aquí para poner inyecciones? ¿Lo has reportado?—Laura, yo, es que... —La pequeña enfermera parecía muy nerviosa.Rafael, por su parte, seguía aferrando su muñeca con fuerza.—Te vi sacar el medicamento de tu bolsillo y ponerlo en el frasco, ¡sácalo!Su voz era fría y, sin importarle si la chica se resistía o no, metió la mano en su bolsillo. Para mi sorpresa, efectivamente había un frasco. Cuando Laura lo sacó, su rostro palideció.—Elena, ¿no sabes que el paciente es alérgico a este medicamento?Todas las miradas se centraron en la pequeña enfermera, quien se dejó caer al suelo y comenzó a llorar.—Lo siento, lo siento, yo...Al ver su reacción, sospeché que había sido manipulada.—¿Eres la enfermera Elena? No nos conocemos, no tienes por qué hacerme daño, pero alguien te pagó para que hicieras esto, ¿verdad? —Intenté suavizar mi tono.—Señorita Álvarez, re
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