97. Aceptando el camino
BenjaminDespués de un día al lado de Ravenna, sintiendo su amor y apoyo sanar mis heridas emocionales, me siento renovado y decidido. Pasamos horas conversando, amándonos y compartiendo nuestros miedos y esperanzas. Cada momento a su lado me fortaleció, haciéndome ver que no estoy solo, y que tanto ella como nuestra hija dependen de mí, al igual que yo dependo de ellas.Por la noche, mi padre vino a nuestra casa, y su expresión de sorpresa al verme es evidente. Nota el cambio en mí, la determinación renovada en mis ojos, y siento un ligero orgullo al ver que lo reconoce.—Benjamin—, me llama, con la voz cargada de admiración. —Pareces diferente—. Lo dejo entrar, y la pequeña sonrisa en sus labios es la confirmación que necesitaba.—Estoy listo para empezar el entrenamiento, padre—, respondo, mi voz firme y decidida. —No voy a huir más de mi destino—.Él asiente, satisfecho con mi respuesta. —Muy bien. Mañana a primera hora comenzaremos. No llegues tarde, hijo. Este es el comienzo de
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