"Vaya, mira quién ha vuelto a interesarse por los asuntos políticos", se burló Henry, acercándose a mí con aire despectivo. "Lo último que recuerdo es que solo pensabas en esa chica que trajiste". La forma en que hablaba de ella me hacía hervir la sangre. "Va a ser mi pareja", le espeté. "No es una chica cualquiera". Él canturreó, poco convencido, mientras se acercaba a mí. "Por cierto, Xaden", dijo, rozándome el hombro con la voz, "me enteré de la rueda de prensa que dio Sansón". No pude evitar ponerme rígido por el indeseado recordatorio. "No puedo imaginar cómo debe sentirse tu pequeña pareja, al oír lo que el reino piensa de ella. Es una verdadera lástima que una buena chica como ella tenga que soportar un trato tan deplorable por tu culpa", dijo Henry y, para mi sorpresa, detecté por un momento una piedad sincera, por fugaz que hubiera sido. "Aunque supongo que uno no puede evitar preguntarse si hay algo de verdad en alguno de los rumores". En un instante, lo agarré po
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