En un rincón del jardín, apartado de la música y las risas que se han retomado en la fiesta, Thalia, Leonardo y Victoria se encuentran sentados en un banco bajo la suave luz de las linternas colgadas entre los árboles. La adolescente parece nerviosa, su mirada recorre el lugar como si aún no terminara de creer que está ahí, junto a sus padres. Leonardo, consciente de la timidez de Victoria, decide empezar a contar su historia, ofreciendo un primer paso hacia el vínculo que sabe deben comenzar a construir.—¿Sabes? —dice Leonardo, su voz baja y tranquila—, la primera vez que vi a tu madre supe que ella era el amor de mi vida. Estaba rodeada de gente, pero, de alguna forma, parecía estar en un mundo propio, su sola presencia brillaba más que todos los demás. Y ya lo vez, no me equivoqué.Thalia sonríe suavemente al escuchar esas hermosas palabras. Sus ojos brillan, y sus dedos se entrelazan con los de Leonardo. Victoria observa a sus padres en silencio, fascinada, como si fuera la prime
Leer más