Emi pensó que los demás miembros de la familia le verían de forma rara, pero solo encontró miradas de afecto verdadero.—Nos gusta tenerte en la familia, Emi.—Gracias Justina.Una vez en la casa avanzó al escritorio de su padre, la Emi de antes, hubiese corrido a su lado para recibir un beso y un abrazo, ahora, que había visto lo que el amor paterno significaba, observando a Vlad y a sus hijos, comprendía que, a Jack Gold, la camisa le había quedado grande.—Hola, papá, ¿Sofía está en casa? —¿Sofía?—No pretenderás que después de todo lo que me ha hecho le diga mamá, para mi madre es la de Alec y sus hermanos.—Tienes razón, Sofía salió hace rato, ha de llegar en algún momento. —Pensé mucho sobre si venir o no a verte pues debo decirte algo sobre ella. —Dime cariño. —No sé cómo decirte esto, espero me creas porque jamás inventaría algo así. —Hija, ¿por qué das por hecho que no voy a creerte? —Bueno, creo tener razones de sobra para sentir eso.—Lo sé y lo lamento. Lo que t
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