Entonces, los pétalos cayeron en cascada, cubriendo a Diego e Irene. Al ver a los recién llegados, el rostro de Lola se oscureció.—¿Qué haces aquí?Irene había venido a vengarse; Pablo le había hecho pasar muchas penas en el pasado. Al ver a Lola, no pudo ocultar su desagrado.—Es extraño, en el cumpleaños de Diego, cualquier persona puede venir, ¿y yo, su esposa legítima, no? —dijo.Lola, a quien se le había llamado “persona ajena”, se puso aún más seria. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba a Diego.—Diego, no quise decir eso, tú sabes...Diego, a punto de responder, fue interrumpido por Irene.—¿Entonces, por qué bloqueas la entrada? ¿No quieres que entre?—Adelante. —Diego respondió.Lola, sintiéndose desanimada, se apartó, observando cómo Irene tomaba del brazo a Diego mientras entraban. Pablo no esperaba que Irene apareciera. Además, ver a esos dos tomados del brazo lo sorprendió; parecían una pareja perfecta. Frunció el ceño.—Vaya, hoy te has rebajado a venir aquí.
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